domingo, 21 de agosto de 2011

MI HIJO: ¿MI VICTIMA O MI CREACIÓN?


Nos quedamos sorprendidos, cuando vemos u oímos en radio, prensa o TV, que el sicario no superaba los 18 años. Cuando los cuerpos de los 3 o 4 ejecutados, correspondían a adolescentes que no superaban los 14 años de edad. 
Frente a lo anterior, el psiquiatra dominicano César Mella, hizo publicar el siguiente trabajo, que creo que a todos los que somos padres, o seremos abuelos algún día, nos debe interesar; el texto que me llegó suscrito por el doctor Mella, es el siguiente Yo me preguntaría y plantaría la siguiente pregunta: ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? 

¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos?    

A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varías veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el bus o caminar larguísimas distancias para llegar a ella, Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión, jugando alcoholizados. PlayStation, hablando o enviando mensajes por teléfono o choteando por la Internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar. Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, Wii, Ipod, Blackberry y computadora no pueden faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso.

El nextelmás costoso. El portátil más equipado Nada les costó. Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la repararon, a la brevedad y sin chistar Idolatran amigos, familiares que les dan regalos que sus padres no les dan y a falsos personajes de realitys de MTV, SONY, HBO, ETC. ¡Ahí pero viven encontrándole defectos a los padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda

Se cierran automáticamente a quien le hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en internet!

Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan a porque eso no me alcanza.

Si son estudiantes, siempre inventan trabajos de equipo o paseos de campo, o visita con amigos o familiares cercanos con los cuales comparten hasta tarde o deciden quedarse donde ellos alegando que están con primos o primas, que lo menos que uno sospecha, es que regresarán con un embarazo, habiendo probado éxtasis, coca, marihuana o cuando mínimo Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme.

La tasa de que hagan su vida independiente hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos.

Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 11 y los 28 años, si es correcto 28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza. 

¿Entonces en qué estamos fallando? 

Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, aceptaban trabajos como limpiabotas y reparti­dores de diarios. 

Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dio resulta­do y mandó todo al diablo: ¡Yo no quiero que mis hijos pasen los trabajos y carencias que yo pasé!

Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del desperdi­cio: agua, comida, luz, ropa, dinero. Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya habían ido a Disneyworld mínimo dos veces, cuando nosotros a los 20 si bien nos iba, conocíamos la Ciudad capital. El dame y el cómprame, siempre fue generosa­mente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de una pensión, con sirviente (a) y todo incluido, que después intentamos que funcionara como hogar. Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ningu­no de los dos quiere servir al otro en su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras carencias en el propio, lanzan el paquete y regresan a la casa para que mamá y papá continúen resolviéndoles la vida.

Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades. Háganles el hábito del ser agradecidos. Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual no aportan para

El pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.

Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Que los sábados o domin­gos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, esa debe ser obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideolo­gía de ameritar una especie de beca escolar que ustedes pagan, y por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en sus mentes trabajo=bienestar. Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura.

Todos los niños deben desde temprano apren­der a lavar, planchar y cocinar, para que entien­dan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles. Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenove­las, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Cuando ocupes corregirlos, aconséjalos, habla con ellos, no los ofendas, no los reprendas en público. Si lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdona­rán.

Estamos comprometidos a revisar los resulta­dos, si fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las emplea­das domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.

Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición. Que cada quien tome lo que la corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que para que triunfe el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita.
 

Por César Mella Para reflexión de los actuales padres….

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